<jats:p>El presente ensayo propone la evaluación auténtica como una herramienta necesaria de incorporar en educación superior. Los instrumentos de evaluación de los aprendizajes, que tradicionalmente se utilizan en la universidad, presentan grandes debilidades a la hora de medir el conocimiento profundo de los estudiantes. En cambio, la evaluación auténtica otorga pertinencia al vincular lo que ocurre en las aulas con la vida real y laboral, midiendo saberes en contexto. Se examinan las tres dimensiones que conforman la evaluación auténtica y que facilitan su implementación: 1) realismo, entendido como la inclusión de contextos del mundo del trabajo; 2) desafío cognitivo, que implica medir habilidades cognitivas de orden superior con las que el estudiante debe construir conocimiento; y 3) juicio evaluativo, referido a incluir procesos de retroalimentación que permitan a los estudiantes comprender e integrar en su comportamiento los criterios de buena calidad para transferirlos en otros contextos.</jats:p>